El Imperio donde nunca se pone el sol

Ana Karina López Rojas

Tema de Isabel, parte de la banda sonora de la serie de TVE, Isabel

Antecedentes

En la historia española, han existido numerosos intentos por crear imperios. Ejemplos de esto son los monarcas navarros, leoneses y castellanos de la Edad Media, quienes intentaban ejercer la autonomía sobre sus vecinos, tanto cristianos como musulmanes (Iñigo, 2010; Cano Aguilar, 1992). En estos reyes, no había una identidad española como tal, donde se identificaban con los territorios de origen (Cano, 1992). Por tanto, la historiografía moderna determina que uno de los eventos claves para la creación de España como nación unificada se da en el año 1469, con las bodas de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla (Kamen, 2005)

Los Reyes Católicos

Para entonces,  tanto Aragón como Castilla eran algunos de los reinos más importantes en la península. Según Negro Cortés (2016), Aragón había conquistado el oriente de la península, así como también  el sur de Italia y Cerdeña. Por su parte, Castilla había conquistado el centro y el oeste de la península, exceptuando el territorio del Reino de Portugal, y su situación política se había estabilizado en 1475, con el ascenso al trono de Isabel (Ruiz, 2011; Altamira y Crevea, 1909).

Tras el matrimonio, ambos reinos conservaron su independencia administrativa, especialmente Castilla, debido a las diferencias internas de cada territorio (Barrios, 2015). Isabel estableció  una serie de condiciones a la unión. La primera, en caso de morir,  los territorios del reino les corresponderían a sus descendientes, no a Fernando, La segunda, Isabel no podía abandonar la península. Y la tercera, los documentos oficiales debían estar firmados con los nombres de ambos, y cónyuges estaban en capacidades para ejercer el poder, especialmente si alguno de los dos estaba ausente (Kamen, 2005). 

Durante el reinado de ambos, se dieron una serie de decisiones que cimentaron el imperio español. Primero se finalizó el proceso de Reconquista, con la caída del reino de Granada, y se conquistaron las Islas Canarias, Melilla y las Islas Baneares. En el año 1492, Castilla anexó Cuba y la Española a su administración, pese a la intervención de los aragoneses en la expedición, decisión que cimentó el monopolio castellano en América (Elliot, 2002; Kamen, 2002).  En 1594, se firma el tratado de Tordesillas, a fin de delimitar las áreas de navegación de España y Portugal (Fernández-Armesto, 2006). Tras la muerte de Isabel, Fernando conquistaría Navarra en  el año 1512 (Negro Cortés, 2016). Para Elliot (2002) y Ruiz (2011), la política exterior de la península empezaba a unificarse.

 Carlos I de España y V de Alemania y los viajes de exploración.

Los Reyes Católicos formaron alianzas matrimoniales con Portugal y el Sacro Imperio Romano, buscando expandir sus áreas de influencia y neutralizar enemigos comunes, como Francia  (Domínguez Ortiz, 2000; Ruiz, 2011). Con la muerte de sus abuelos maternos, el príncipe Miguel de Portugal y el Cardenal Cisneros, regente de Aragón, Carlos llegó a Castilla y Aragón para tomar posesión del trono de ambos reinos (Ortega Cervigón, 2018). No obstante, el rey abandonó los territorios hispánicos a fin de ser electo Emperador del Sacro Imperio Romano, hecho que suscitó las revueltas de las Comunidades y las Germanías, pero no impidió que Carlos ascendiera al trono imperial en 1519, adquiriendo bajo su dominio los principados alemanes, Flandes y Borgoña (Ortega Cervigón, 2018 ; Alonso, 2009). No obstante, su esposa Isabel de Portugal sería la encargada de gobernar España en las prologadas ausencias de su esposo, hasta su muerte en 1539 (Elliot, 2002)

Los años subsecuentes fueron fundamentales para la formación del Imperio Español. Siguiendo a Kamen (2005), los españoles afianzaron su dominio en las Islas de Puerto Rico, Cuba y la Española entre 1509 y 1520, con la llegada de nuevos habitantes y la fundación de ciudades, como Santo Domingo. Además, los conquistadores españoles continuaron sus viajes de exploración hasta tierra firme. Algunos de estos viajes fueron los de Ojeda, que exploró el canal de Panamá, y los de Nicuesa, que llegó a Darién, que luego sería las costas colombianas y fundó el asentamiento de San Sebastián (González, 2014)., esta expedición luego pasa al mando de Balboa y Pizarro, quienes descubrieron el Océano Pacífico y el Itsmo de Panamá en el año 1513 (Domínguez  Ortiz, 2000; González, 2014). Este último descubrimiento abrió una nueva ruta de navegación, una que podía llegar a Oriente.

Los viajes de exploración continuaron en los años subsecuentes, y por tanto, los territorios del Emperador Carlos también aumentaron. El viaje de Hernán Cortés se basó en los datos suministrados por Juan de Grijalva y Jerónimo de Aguilar, y en numerosas alianzas con los pueblos locales, lo cual provoca en 1519, la caída del Imperio Azteca a manos del ejército de Cortés, (Kamen, 2005). Más tarde, Francisco Pizarro volvería al Pacífico, descubriendo y conquistando el Perú y los territorios del antiguo Imperio Inca también serían anexados a la corona española en el año 1532, que no sería pacificada sino hasta el 1546 (González, 2014; Fernández Álvarez, 1999).

A fin de saldar las deudas con los Fugger y los Welser, Carlos les concedió permiso de explorar y establecer sus operaciones en México, Río de la Plata y Venezuela (Ortega Cervigón, 2018).  Desde Perú, los españoles pasarían a Chile, a donde llegarían las expediciones de Almagro y de Valdivia, siendo este último el fundador de Santiago de Chile. Jiménez de Quesada conquista la actual Colombia y Orellano descubre la desembocadura del río Orinoco (Fernández Álvarez, 2006)

 En 1520, parte de Cádiz una expedición comandada por Fernando de Magallanes, pero de la cual solo regresaría dos años más tarde, con una de las cinco naves, comandadas por Sebastián de Elcano tras la muerte de Magallanes. Fue la primera expedición que le dio la vuelta al mundo, y allí se descubrió el Estrecho de Magallanes y el Cabo de Buena Esperanza (González, 2014; Kamen 2005). No obstante, los monarcas españoles que le sucedieron evitaron usar estas rutas, por los peligros y los costos de cada viaje (González, 2014)

Guerras contra Francia y los turcos

Por su parte, el Rey Carlos se embarcó en varias campañas militares contra el Imperio  contra la Francia de Francisco I, también aspirante a la posición de emperador del Sacro Imperio Romano. Se enfrentó en varias ocasiones con el rey francés en suelo italiano, asegurando el dominio imperial en Nápoles y Milán, así como también se dio el saqueo de Roma del 1527 (Elliot, 2002; Kamen, 2005). Las hostilidades no disminuyeron debido a que Francisco I de Francia se alió con los turcos. (Elliot, 2002; Fernández Alvarez, 1999)

Los turcos también representaron una problemática para los intereses imperiales. Con la conquista de Hungría, iban avanzando por el Mediterráneo, asaltando los buques españoles (Ortega Cervigón, 2018).  Con el apoyo de Francia lograron sitiar Viena en 1529, aunque fue un ataque fallido (Kamen, 2005). Los Hasburgos mantuvieron  control de Croacia, Eslovaquia, Tirol, Carintia, Carniola y Austria, siendo estas zonas las causas de futuros combates contra los turcos tras el reinado de Carlos V (The Times, 1998). No obstante, los ataques de los turcos fueron usados por Carlos para crear un enemigo común para las noblezas castellanas y aragonesas, quienes vieron en el Imperio el mecanismo adecuado para proteger sus intereses (Elliot, 2002).

Entre 1542 y 1543, Carlos V lleva a cabo una campaña militar contra el Duque de Cleves. Al final, el Duque de Cleves es derrotado y se le perdona la vida, a cambio de prometer a su hijo con la sobrina del Emperador (Fernández Álvarez, 1999). Esta sería la última expansión territorial. En 1544, Francia y el Imperio firman un tratado de Paz, lo cual permite que se realice el Concilio de Trento al año siguiente (Fernández Alvarez, 1999).

En 1555, el Emperador sería derrotado por la Liga de Smalkalda, un conjunto de príncipes protestantes aliados a Francia, lo cual desembocó en la firma de la Paz de Augsburgo, que reconocía al protestantismo como una religión de igual significancia que el catolicismo (Alonso, 2009). Ese mismo año, el Emperador abdicó y repartió sus dominios, los reinos hispánicos serían para su hijo, Felipe II, mientras que el Sacro Imperio Romano correspondería a su hermano, Fernando. (The Times, 1998)

Felipe II de España. Era de esplendor

Con el ascenso de Felipe II al trono español, el poder real se concentraría en Madrid, tal como había ocurrido antes con su padre. Durante su reinado, además, habría una consolidación social, política y administrativa en la administración de las colonias y la península, con la creación de un amplio aparato burocrático, encabezado por los virreyes, los gobernadores y el Consejo de Indias, al punto que los súbditos del Rey le nombraban, de manera no oficial, Emperador de las Indias. Por tanto, las Américas empezaron a contar con una estructura propia y se restringieron las acciones de los colonizadores (Bennassar, 1996; Cabañas, 2017; Fernández Álvarez, 1999, 2006).

Felipe II también emprendió la guerra contra los franceses y el papado, encabezados en este entonces por el Papa Paulo IV y Enrique II, quienes amenazaban las posesiones napolitanas y los territorios holandeses (Fernández Álvarez, 2006; Cabañas, 2017). Por tanto fue decisiva la derrota francesa en San Quintín y la pérdida de Calais a manos de los franceses. La firma de la paz de Cateau-Cambrésis significó la alianza con la monarquía francesa, así como la renuncia a los intereses franceses dentro de Italia. Pero la muerte del rey Enrique invalidó aquella paz, dejando en el gobierno a Catalina de Medici, quien fue regente de Francia en los años siguientes (Cabañas, 2017). Además, el ascenso al trono de Isabel I de Inglaterra, tras la muerte de María I, esposa de Felipe II, provocó tensiones entre ambos reinos en los años subsecuentes, siendo uno de los hitos más importantes la derrota de la Armada Invencible en 1588. (Cabañas, 2017; Elliot, 2002)

No obstante, el rey deseaba centralizar el sistema político de las provincias holandesas y unificarlas bajo la fe católica.  Las campañas militares del rey en los Países Bajos contra los príncipes protestantes tuvieron resultados negativos, que impactaron la economía de la península notoriamente, generando varias bancarrotas, siendo la más crítica de todas la de 1596 (Elliot, 2002)

Otro de los intereses de este rey era cristianizar los pueblos conquistados. Para ello, la labor de la Inquisición resultó fundamental, siendo importante la eliminación de los núcleos protestantes en la Península y educar a los indígenas en la fe católica. Respondía así a lo que se consideraba como el deber divino del rey, al igual que Carlos I (Cabañas; Ortega Cervigón, 2018; Bennassar,1996).  

El combate con los turcos fue fundamental para el rey Felipe, que al igual que su padre, observaba el avance de los turcos como una amenaza a la cristiandad. Los ataques de los piratas berberiscos en el Mediterráneo provocaron pánico en la colectividad europea, especialmente tras el ataque al puerto de Tolón y la masacre de Magreb, quienes encontraron  un nuevo enemigo común (Cabañas, 2017; Crowley, 2008) Otro suceso de interés fue la derrota de la rebelión en Córdoba, que contaba con apoyo de los berberiscos y el Imperio Otomano. Sin embargo, el Imperio Español derrotaría a los turcos en la batalla de Lepanto, que se dio el 7 de octubre de 1571. Solo entonces la amenaza del Islam retrocedería del Mediterráneo (Cabañas, 2017; Crowley, 2008; Elliot, 2002)

Conclusión

El Imperio Español iría perdiendo los territorios y el prestigio que tenía en antaño, producto de las guerras y las malas decisiones administrativas, las cuales disminuyeron los fondos y la posibilidad de acción en las colonias, algo que se agudizó con la pérdida de las posesiones americanas. No obstante, la identidad española se había consolidado para entonces. Esto fue producto de una paulatina centralización de recursos y de una política exterior unificada en la figura de un monarca. Por tanto, el fallo del Imperio puede encontrarse en las dificultades logísticas que significaba gobernar un territorio tan extenso, del cual formaban parte varios pueblos, cada uno con sus propias necesidades. Además, los recursos del Imperio permitieron una amplia producción cultural, que abarcaron las artes y las ciencias.

Lux Aetema, parte de la banda sonora de la serie de TVE, Carlos Rey Emperador

Referencias

Altamira y Crevea, R. (1909) Historia de España y de la civilización española. Tomo I (2º edición). Herederos de Juan Gili Editores. Barcelona, España. Recuperado de: http://www.cervantesvirtual.com/obra/historia-de-espana-y-de-la-civilizacion-espanola-tomo-1/ (Consultado el 4 de julio de 2020)

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Cabañas, J., M.  (2017) Breve historia de Felipe II. Breve historia: protagonistas. NOWTILUS. Recuperado de: https://www.antupload.com/file/EHaewZM0/ (Consultado el 5 de julio de 2020)

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